Aparentemente deben ser lo mismo, pues realidad es lo que ocurre y eso no puede ser otra cosa que la verdad de lo que ocurre, sin embargo hay una pequeña pero sutil diferencia, la realidad puede ser también una mentira, pero esa mentira no deja de ser una verdad ...de lo que ocurre.
Por tanto
¿que es la realidad?
lo que ocurre,
¿que es la verdad?,
lo que ocurre.
Enfrentar la verdad a la mentira es una falacia, porque la mentira es una realidad y por tanto es una verdad. La mentira debe enfrentarse a la pureza de los sentidos porque quien está despierto , es decir quien es permanentemente consciente de la realidad a través de los sentidos, no es engañado.
Solo es engañado el que tiene ofuscados los sentidos y por tanto, no es consciente de algún tipo de realidad que se percibe a través de ellos.
Así pues sólo podemos acceder a la realidad, siendo plenamente conscientes a través de nuestros sentidos. Si ellos fallan en algún aspecto entramos en la no realidad y damos la oportunidad a que la mentira se instale en nuestra realidad.
El ser humano es completo en si mismo, puede ser totalmente consciente para acceder a la realidad y no necesita de intermediarios que le guíen.
Los intermediarios sólo pueden llevar al ser humano a una realidad manipulada porque va a ser la realidad percibida a través de otros y por tanto con ese acto se cede o se cierra la consciencia a su plenitud, a su integridad, a su totalidad.
Los sentidos tienen dos vertientes, una es hacia a fuera, y otra es hacia adentro. ambas son las que acaban construyendo la realidad completa.
La versión hacia adentro es una versión intuitiva, pero también ordenada y analítica de los acontecimientos.
La mejor versión de nuestra realidad se obtiene al percibir "en vacío" la realidad externa y dejar que esta "caiga" en nuestro interior de una manera no alterada por nuestro psiquismo, como un acto de "no hacer", dejando que las vivencias o experiencias se depositen en una especie de orden gravitatorio en el que por su peso se ordena nuestra realidad en base a la importancia o peso de lo que se ha percibido.
De esta manera el espíritu no se altera por lo que le sobreviene sino por lo que percibe desde su interior. Su transformación únicamente es una respuesta de adaptación a los cambios internos percibidos y ya asimilados y no a los cambios externos aparentes.
Esta es la verdad que acabará guiando al ser completo.
Una mentira nunca puede llegar a alterar a éste, pues ésta no forma parte de la verdad, solo de una parte de la realidad.
La plena conciencia comienza pues a través de los sentidos de fuera hacia adentro pero termina en la generación de una realidad interna que se transmite al exterior.
Por tanto ante un universo cambiante, la realidad interna no tiene porque alterarse. La realidad última es la quietud, quien alcanza ese centro nunca se altera.