Somos los descendientes de un inconsciente colectivo que
enfrenta dos mundos desde el principio de los tiempos, el del Fuego y el del
Hielo.
Dos mundos que se manifiestan en las mil formas, y que deja
un rastro escrito a lo largo de los siglos y los milenios de nuestra historia.
Somos los hijos de Odín y también los de Jesús. Los hijos de
los espíritus del bosque y los del racionalismo intransigente. Somos madera y
fuego, tronco y cielo, árbol y hormigón. Somos los hijos de la ciega justicia
que es más firme cuanto menos ve. Somos los hijos de los que no sabiendo donde
van siempre aciertan pues nunca pudimos desprendernos de la sabiduría.
Así como
el fuego consume el tronco y todo lo quema sin detenerse a pensar que acabará
muriendo, así somos, pues para renacer hay que morir y ese es el fin y el
principio de nuestra esencia.
Pensamos un día que la razón era la luz, y esa luz ahora ilumina un mundo desolado.
El fuego no está hecho para ser encerrado y cuando no escapa en las bombas lo hace en la mente, el fuego lo quema todo y nosotros somos fuego.
Pensamos un día que la razón era la luz, y esa luz ahora ilumina un mundo desolado.
El fuego no está hecho para ser encerrado y cuando no escapa en las bombas lo hace en la mente, el fuego lo quema todo y nosotros somos fuego.
Ya ha llegado el Ragnarok.
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